"Me voy..." dijo él.
En ese momento ella creyó oír algo. Quizá era su imaginación. Quizá fue
una copa caerse y estalla en mil pedazos. O simplemente quizá fue su
corazón.
Él tomó su cara entre sus manos, la miro a sus ojos -sus bellos ojos chocolates-, dio media vuelta y comenzó a marchar. No se volvió a verla, siquiera cuando ella gritó un desgarrador "¡No te vayas!"...
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