lunes, 3 de octubre de 2011

No voy en tren, voy en avión

Viajar en tren, una de las experiencias más tortuosas que puedo llegar a tener. Para algunos es cómodo, rápido, conveniente. Pero para mí sólo son minutos de sufrimiento.
No podía comprender por qué tanta aprehensión, tanto miedo, tanto horror... Hasta que pude descubirlo.
No era un miedo tan irracional como pensaba, todo lo contrario. Y se debe a un trauma infantil.
Cuando tenía cerca de dos años de edad, viajé en tren con mi familia a la costa.
En el viaje de ida se quedó, y tuvimos que caminar por el medio de la nada a las 5 de la madrugada para poder llegar a Ruta 2.
No obstante, en el viaje de vuelta, nos apedrearon. Dicen que todo fue un caos y una confusión, y mi familia sólo quería protegerme. ¿Yo? Con un ataque de pánico. Sí, a los dos años...
Me alegra saber que no era tan irracional como yo pensaba, pero me aterra saber que es un trauma y que, tarde o temprano, tendré que afrontarlo...

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